emilie autumn

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opheliac

martes, 13 de diciembre de 2011

Lápiz, un arma mortal

-¿Por qué Melodie? ¿Por qué lo hiciste?
-No tenía opción, el mismo firmo su destino al hacerlo
-Pero no fue su culpa
-Claro que lo fue, bien pudo decidir no haberlo hecho
-Sabes que no es así, el tenía un terrible pavor a la muerte
-Que irónico que eso fuera lo que lo mató ¿no?
-Pero no es justo, él te amaba
-Solo se amaba a sí mismo
-Entonces ¿Por qué te protegía tanto?
-¿A mí? Lo único que le interesaba proteger era su vida
-Y aún así encontraste la forma…
-El intelecto humano es impresionante ¿no cree?
-Aún no entiendo ¿Qué te hizo?
-Dar tanto valor a su vida que ignoró a su propia hija
-Se que no se llevaban de lo mejor, pero pudieron haberlo intentado
-¿Qué importa? Ya está muerto, y yo encerrada en este basurero
-Por favor, solo te pido que cuentes la historia para relacionar los hechos
-¿Para qué? ¿Para pasar de una mugrosa cárcel a un estúpido manicomio? yo creo que no
-Entonces prefieres quedarte aquí, donde la comida es escasa, el trabajo duro, la gente te golpea…
-¿Qué? ¿Quién le ha dicho tales cosas? A mí nadie me golpea porque saben lo que les conviene
-¿Creen que por que lo hiciste una vez puedes hacerlas muchas más?
-Ya está comenzando a comprender cómo funcionan las cosas
-Bien, te propongo algo
-La escucho
-Cuéntame la historia y solo te mantendremos encerrada en casa, sin cárcel, sin gente con la cuál tener que tratar, solo tú en tu morada haciendo lo que quieras, lo único que no podrás hacer es salir de ella pero por lo que he visto eso no te molestaría
-Parece conocerme lo suficiente para hacerme querer decirle
-Bien, comienza con tu relato
-¿Cómo se que no es una trampa?
-Todo se está grabando y siendo captado por la policía, créeme, no podría engañarte aunque quisiera
-…ok

“Todo comenzó cuando tenía 10 años, yo era una chica muy aislada y me divertía en la soledad perdiéndome en mis propios pensamientos, sin embargo en casa era una chica amigable y normal. Aún desconozco la razón por la que mi padre pensaba que debió haber muerto a los 35 y la muerte lo tomaría en la primera oportunidad, ahora sé que pensaba eso por lo que fue hallado en sus diarios, pero en los tiempos cuando ocurrían las cosas me mantuvo eso en secreto. Creo que no estaba tan loco después de todo, pero quizá de no estar loco ahora no estaría muerto.

Siempre se excusó diciendo que trataba de protegerme, pero en realidad se protegía a él mismo, me di cuenta de eso porque se encerraba completamente solitario en su habitación con temor de ser expuesto a la muerte. Yo le tenía que preparar los alimentos, como no tenia cuchillos, encendedores ni nada parecido siempre tenía que salir por alimentos preparados y procurar que no me lo dieran en bolsas muy grandes para que no hubiera riesgo de asfixia.

En vano traté de demostrarle que no había nada que temer, además de esa noche, nunca le vi el rostro una sola vez. Si mi madre no hubiera muerto en el parto, cosa que aumentó aún más la creencia de mi padre en esa superstición, quizá me habría alejado de él y criado como a una hija más que como a una sirvienta. Lo único que tenía para tener alguna idea de quién era mi padre y quién había sido mi madre era un viejo álbum de fotos que estaba arrumbado en el librero

Cuando tenía 14 años entraron a asaltar la casa, ni en ese momento en el que pude morir mi padre abrió su puerta. De no haber sido por un misericordioso vecino que llamó a la policía no habría salido viva de ahí, desde ese momento comprendí que mi padre no me quería, no cedería ante nada. Esa noche pensé largamente en lo ocurrido y me di cuenta que podría irme mejor si me valía por mí misma.

Comprendí que mi vida era una basura porque, además de tener que valerme sola, tenía que estar manteniendo a mi padre también. No sé de dónde sacaba el dinero si siempre estaba encerrado en su estancia, pero no debía ser tan complicado ganarse unas cuantas monedas para el pan del día. Al principio pensaba en simplemente escapar y dejar a mi padre a la deriva, pero no tenía familia que me pudiera recibir y los departamentos son costosos, así que concluí que lo mejor sería asesinarlo.

La pregunta era ¿Cómo? Sin ningún tipo de arma al alcance, sin lugar por donde entrar al aposento, sin medios para conseguir algo que me pudiese ayudar. La respuesta estaba justo frente a mis ojos, pero no fue hasta ese día que Larisa agotó mi paciencia que descubrí mi arma, el arma que usaba para tantas cosas pero que ahora también usaría para matar.

Desde siempre me gustaba dibujar, esa era mi gran pasión, nunca salía de casa sin un lápiz y usualmente llevaba uno conmigo escondido en mi suéter o alguna otra parte de mi cuerpo. Ese hermoso miércoles, que hasta entonces no había sido nada más que la monotonía habitual, sucedió lo que por tanto tiempo había pedido que pasara. Estaba en el baño de la escuela como siempre en mi mundo, luego llegó esa tonta a molestarme pero no le daba mayor importancia a sus insultos. Luego lo dijo, no puedo creer que lo haya hecho, era la única cosa que me hacía enojar, no la mencionare por cuestiones de privacidad pero si me molesto lo suficiente para momentáneamente perder el juicio.

La tomé del cabello, la arrastré a uno de los cubículos y traté de ahorcarla, soy muy chica así que no le hice gran cosa, pero luego recordé el lápiz en mi bolsillo y lo duro que era, ya que a veces lo usaba para atravesar tela y otras cosas. Pensé “¿Un lápiz? Tiene que ser una broma, pero bueno, no tengo nada más y supongo que le dejara algún moretón”. Cuál no sería mi sorpresa al apuñalarla con el lápiz y ver que la punta le atravesaba la piel y los tejidos. Repetí el procedimiento varias veces, ella tenía muchas heridas pero estaba viva aún, poco después murió desangrada.

Por fin tenía mi arma, ahora faltaba ver el momento y la forma de entrar. Recordé que ese cuarto tenía una salida de emergencia, aunque jamás pudiera haber una en esa casa y mucho menos dentro de aquella habitación. La salida conducía a un túnel que a su vez llevaba a un cuarto de seguridad bajo tierra, así que durante 13 días cavé un profundo agujero desde el sótano para poder llegar a ese cuarto secreto.

Tenía que llevar una doble vida, ser la típica chica normal en la escuela y que mi padre no notara mis cambios de personalidad en casa para poder planear todo. No fue tan difícil, había estado fingiendo mucho tiempo cuando era buena en casa y tímida en la escuela, solo que ahora sería un grado un poco mayor.

Legó el día, me aventuré a ir y terminar con él de una vez por todas. Me arrastré por el túnel, subí la rampa de emergencia como pude y finalmente lo vi, un pobre y pálido hombrecillo, ridículo que vivía sin vida, no era nada de lo que alguna vez vi en las fotos. Al principio me dio un poco de lástima, pero había llegado hasta ahí y no me tentaría el corazón por nada. Además si retrocedía ahora no habría otra oportunidad, la seguridad aumentaría, todo se habría perdido. Tomé el lápiz escondido en mi calcetín, me acerqué a él lentamente, no se resistió, seguramente después de tanto aislamiento no tienes ni la energía para luchar por tu vida. Enterré varias veces el lápiz en su cuerpo, fue mucho más fácil que con Larisa, antes de expirar sus últimas palabras “lo siento”, jamás olvidaré esa mirada tan vacía, murió poco después.

Luego de algunas horas llegó la policía, aparentemente tenía cámaras de vigilancia monitoreadas las 24 horas, ¿Cómo no lo imaginé? De verdad no sé cómo alguien puede temer tanto a la muerte. Esa es la historia”

Se produjo un breve silencio, todos los policías estaban impresionados con la historia de la pequeña Melodie Nicolalde. Finalmente la entrevistadora se animó a hablar:

-Definitivamente no escuchamos cosas así todos los días
-Bien, entonces…
-¿Entonces?
-¿Ya me puedo retirar?
-¿A dónde?
-A casa
-Ah claro, a casa. Bien, sal por la puerta y los guardias te llevaran a tu hogar

Cabe mencionar que de esa cárcel no se ha visto salir a nadie que no sea policía desde su construcción, el día que Melodie debió ser liberada no fue la excepción. De hecho, desde esa fecha no se encuentra el nombre de Melodie Nicolade en ninguno de los registros de toda España, pero es bueno saber que, inclusive en una cárcel o un manicomio, siempre podemos encontrar un lápiz.

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