emilie autumn

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opheliac

martes, 24 de enero de 2012

El muro

Siempre me ha gustado tejer, esa es mi gran pasión desde que mi abuela me enseñó. Me adiestró en todo lo que se, desde lo más básico a toda clase de puntos, inclusive como tejer solo con tus dedos. Querré eternamente a esa mujer, aunque probablemente esté tan consumida por el tiempo en su ataúd que sea ya irreconocible.

En todo caso esta no es la historia mía ni de mi abuela, es acerca de mi hija. Ella nunca fue del todo normal, por fura parecía cualquier chica, pero por dentro su retorcida mente formulaba ideas que solo ella comprendía. Constantemente revelaba sus deseos de mudarse de nuestro hogar, asustándome diciendo cosas como -Mamá, el monstruo del lavabo dice que tiene hambre y nos va a comer-, -Mamá el fantasma de tu cuarto me dijo que te dijera que tiene sed de sangre y no descansara hasta obtener la tuya-, -Mamá mis muñecos trataron de matarme y dijeron que cuando terminaran con migo te cortarían el cuello-.

Debo admitir que sus mentiras a veces eran realmente convincentes, no tanto por la trama, que a decir verdad era realmente fantasiosa, sino más bien por preocupado tono de voz que la hacía parecer completamente convencida de que su historia era real, como una mitómana. Aun así ella tenía razones para sobre actuar y hacer todo lo posible porque yo le creyera, ya que le era difícil adaptarse a su escuela. Sin embargo pudo haber creado algo más realista, en vez de esas locas historias sobre monstruos.

Recuerdo que una noche, pasadas las 3 de la mañana, entró repentinamente a mi cuarto. Corrió hacia mí abrazándome fuertemente, ella sudaba frío y estaba llorando, su rostro mostraba evidente pavor y sus ojos reflejaban un miedo que nunca antes había visto en ella, -¿Qué ocurre hija?- pregunté algo preocupada pero teniendo idea de lo que respondiera -El muro- dijo -¿Que ocurre con el muro?- -Está vivo, y trató de comerme- esa era la historia más ficticia, loca y ridícula que había contado hasta ahora, la revisé en busca de indicios que comprobaran su teoría, pero las caídas no pasaban de una posible caída de la cama.

-Ve a dormir hija, ya es tarde- le peí, pero ella insistió -Te digo que es la verdad, el muro trató de comerme- -Entonces vallamos a checarlo ¿Ok?- ella tomó fuertemente mi mano y me condujo a la habitación, me mostró la pared frente a su cama -Ahí está, el trató de comerme- comento mientras señalaba la pared y se ocultaba detrás de mí como para protegerse -Es solo un muro cariño- dije lo mas paciente que pude -Pero es que...- -Tranquila, no pasa nada- examine la pared y le demostré que era físicamente imposible que tragara a una persona, la recosté en la cama consolándola, tratando de hacerle creer que solo fue un sueño, que en realidad se cayó de su colchón provocándole los pequeños rasguños y tratara de calmarse y dormir un poco.

Dos días después se levantó y llegó a la cocina extremadamente pálida, con ojeras oscurísimas y el cabello terriblemente desarreglado, como si toda la noche hubiera permanecido despierta luchando contra alguien. Quizá cabía la posibilidad de que secretamente hubiera organizado una pijamada, ya que la casa es casi a prueba de ruidos, pero conociendo lo poco sociable que es el sólo pensarlo era bastante estúpido.

-¿Qué ocurrió?- interrogué con cierto tono de angustia, pero me sentí frustrada cuando escuché la respuesta -El muro- replicó ella con su inquietante voz. Creí que seguiría insistiendo hasta que tomara su fantasía como verídica, pero ya no podía continuar así, escuchando sus alucinaciones, era ya sencillamente insoportable.

Decidí que quizá sólo quería llamar mi atención, así que deje de hacer caso a sus historias, responder a ellas como si fueran de lo más cotidiano y no tuvieran relevancia alguna. Cualquier cosa que me dijera sobre monstruos o fantasmas para mí eran como un estornudo o un suspiro, sólo un ruido molesto.

Llegó la noche en que todo cambió, durante las horas de la madrugada fui despertada por un grito aterrador que provenía de la habitación de mi hija. Estuve a punto de abrir la puerta cuando recordé mi método de ignorar sus visiones, pero ese grito tan terrorífico, tan lleno de horror, sólo puede ser emanado por una garganta humana en profunda desesperación y grave peligro.

Giré el picaporte, vi que su cama estaba destendida y, de una manera indescriptible por palabras, vi cómo el muro se estaba tragando a mi hija. No dejó ni una miga, un sólo cabello, nada. De haberse hecho investigaciones policíacas jamás habrían podido deducir que la chica murió en esa habitación y la manera tan atroz en la que sucedió.

Todo este tiempo fue verdad, en serio se la quería comer el muro. Que devastada me sentí por no haberle creído pero ¿Y las otras historias? ¿Que había del monstruo del lavabo? ¿O el fantasma de mi habitación? ¿O sus muñecos vivos? ¿Eran ellos reales también? No, no correría riesgos, no después de haber visto lo que ocurrió aquella noche.

Lo primero que debía hacer era llamar a la policía y luego...no, en casos como este los padres son los primeros sospechosos, pensé en tomar mis cosas, pero debía salir de allí tan pronto como me fuera posible. Se escuchó un rugido que venía de la cocina, la perilla estaba atorada, así que me escondí debajo de la cama.

Entró una criatura a la que vanamente intentaría describir, caminó por toda la habitación mientras yo contenía mis ganas de gritar. Ahora recuerdo porque comencé esta historia con mi tejido, mis manos están tan acostumbradas que, siempre que me pongo muy nerviosa, comienzan a imitar movimientos de tejido. La extraña criatura se fue y yo suspiré aliviada, hasta que sentí un extraño ente tomándome del tobillo.

Parecía un tentáculo, porque estaba enroscado en mi pierna, luego sentí el jalón que me llevó directo a la boca del muro...

~Gina~

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