emilie autumn

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opheliac

miércoles, 18 de enero de 2012

Un acosador, un sádico y la chica

El despertador sonó, me acomodé aquel viejo traje negro y los zapatos entraron justos en mis pies, el aroma a café invadía toda la casa. El motor arrancó y fui a la tediosa oficina, mi cubículo gris era tan aburrido como a diario y los sonidos de fax llegando perturbaban mi manera de pensar.

Llegué a casa y me senté un rato en el sofá a pensar un poco, necesitaba reflexionar seriamente ciertos asuntos. Sentí que mi vida ya no valía la pena, mis días eran todos iguales y no tenía una razón para seguir soportando esto, no quería que mi vida se fuera en solo trabajo y otras tantas actividades triviales, realmente era un desperdicio.

Al día siguiente, la típica rutina se repetía una vez más, el trabajo había por fin terminado y me disponía a regresar a casa cuando la vi pasar a mi lado. Tan bella, tan frágil, me sentí cautivado. Yo camine tras de ella unos breves instantes, a una distancia suficiente para que no se percatara de mi presencia, y sin darme cuenta ya habíamos llegado a su casa.

Jamás olvidaré la casa donde vivía esa hermosa mujer, una bella morada color café claro en medio del resto de las del vecindario. Después de eso tuve que dejarla, pues debía ir a mi propio hogar. Al pensar bien en eso me di cuenta que era como una señal, un signo de que aún tenía algo que hacer aquí, enviada del cielo para rescatarme del suicidio

Todos los días el proceso se repitió, ¿Por qué será que nunca la había visto antes? ¿Será acaso que no me di cuenta que esa ánima tan especial pasaba a mi lado a diario? ¿Cómo es que no supe de su existencia hasta ese día en la tarde?

Fue luego de unas semanas que me di cuenta que me debilitaba cada vez que me alejaba de ella, así que poco a poco comencé a seguirla a todos lados, muy cuidadosamente la observaba de cerca todo el día, pero siempre oculto en las sombras.

Mi mejor amigo Rob pronto notó mi ausencia en todos lados, además de que las pocas veces que lo frecuentaba estaba en las nubes. Decidí que sería mejor contarle sobre lo ocurrido y mi obsesión con esa maravillosa dama de la que desconocía su nombre.

El me dijo que alguna vez el sintió la misma pasión por otra persona, pero que había sucedido mucho tiempo atrás, así que quiso ayudarme a conquistar el corazón de mi amada. Observamos cada movimiento, conocimos cada detalle de su vida, aprendí su biografía hasta el más íntimo detalle.

Todos los miércoles ella salía de trabajar temprano, luego iba a su casa y no salía por el resto de la tarde. A Rob se le ocurrió que podríamos enviarle una carta de parte de una persona anónima diciendo que se encontraran el miércoles en el bosque con él, y que ahí le demostrara cuánto la amaba diciéndole cosas muy románticas

De una forma u otra el plan funcionó, mi amada y yo nos encontramos cara a cara en el bosque y comencé a recitar mi diálogo previamente ensayado. Desafortunadamente ella no lo tomó muy bien, ya que su expresión en el rostro era mas de escalofrío que de alegría, le expresé todo lo que sentía por ella, que a pesar de que no la conocía la amaba con toda mi alma y que era capaz de morir por su amor.

Ella quiso correr, pero por suerte tengo buenos reflejos y pude tomarla de la mano antes de que se fuera. La miré directamente a los ojos y le dije “te amo”, le dije también que jamás renunciaría a ella, luego me arrodillé suplicando que se quedara conmigo. Entre sollozos dijo que no me conocía, que la dejara en paz y que no volviera a hablarle, me rompió el corazón.

Escuché unos pasos detrás de mí, volteé para poder observar quién se atrevía a perturbarnos mientras trataba de conquistar a la señora de mis sueños, luego logré divisar la cara de Rob. Él tenía un machete en la mano, lo levantó y de un tajo cortó lo primero que se cruzó en su camino, al estar yo agachado lo que se encontró frente al filo fue el cuello de mi amada.

Ella cayó al suelo mientras de su cuello salía un chorro de sangre, mi amigo comenzó a dar repetidos golpes en su cuerpo con el arma, el rojo líquido salpicaba todo a su alrededor, litros de sangre chorreaban de su cuerpo inerte, algunos órganos quedaron al descubierto. Yo sólo me eché al suelo a llorar mientras él se deleitaba tomando la sagrada sangre entre sus manos y llevándosela a la boca, regodeándose, sintiendo su cuerpo sin vida y luego abrasándola manchándose su ropa de un tono carmesí intenso mientras mordía su cuello decapitado.

Volteó a mirarme con ojos de ira, luego se levantó, tomó el machete y me dijo –Has sido de mucha ayuda “amigo mío”, pero me temo que ya no me eres útil y que es peligroso dejarte vivo, podrías delatarme y no correré el riesgo- -Ya no me importa nada, antes de ella esta vida no tenía sentido, ahora que la he perdido no puedo continuar- -Me alegra que no te opongas-

Clavó su afilada arma en mi estómago, la giró y la sacó rápidamente, luego dio un rápido machetazo a mi cabeza, todo comenzó a oscurecerse, me sentía mareado, mis párpados poco a poco se cerraban, la sangre…corría, y yo…moría.

¿Fin?

~Gina~

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